Novalis III


Revista de Cultura # 13/14 - fortaleza, são paulo - junho/julho de 2001



Novalis y los himnos a la noche

Jorge Fernández Granados *



Tal vez la temprana muerte de Friedrich von Hardenberg, el 25 de marzo de 1801, escasos días antes de cumplir los veintinueve años de edad, fue un paso decisivo en la construcción del mito romántico del poeta que en buena medida él ha pasado a representar. Hardenberg, quien ingresaría a la historia de la literatura con el seudónimo con el que firmó sus libros: Novalis, poseía tanto en su persona como en su incipiente obra las características que el espíritu de su época, y más exactamente la cultura alemana de ese momento, necesitaban para ofrecer una figura opuesta al razonado clasicismo de Goethe y la Enciclopedia francesa.


El siglo XVIII europeo finalizaba con una Ilustración que había desembocado en una
Revolución Francesa que, bajo las armas de Napoleón Bonaparte, amenazaba en convertirse también en un vasto Imperio que se expandía casi por toda Europa, el norte de África y el Medio Oriente. Evidentemente más contemporáneos de tiempo que de circunstancia (Novalis nació en 1772 en Prusia y Napoleón en 1769 en Córcega), la precocidad militar de Napoleón y la literaria de Novalis convergieron, sin embargo, en un momento de la historia europea que admiró, con excesivo mérito, toda desmesura y las explosiones del genio individual.

Para un hombre de la segunda mitad del siglo XVIII no había ya un punto de referencia
confiable ni inmóvil. En todas las áreas de la actividad humana la constante parecía ser el descubrimiento de lo dinámico y de lo evolutivo. A pesar de todo, lo más próximo a ese punto de referencia había pasado a situarse en la naturaleza. Lo que provenía de la naturaleza se consideraba, hasta cierto punto, un orden sagrado pero caprichoso. Hay que recordar que, entre otras cosas, el siglo XVIII fue un siglo de grandes naturalistas y exploradores. En parte por los numerosos viajeros ilustrados que vivieron en él y que prácticamente recorrieron el planeta en sus travesías científicas, pero también por la curiosidad sin límites de la pujante y optimista burguesía que, armada con el nuevo instrumento del método científico, miraba con otros ojos las ciencias y las artes tradicionales. El siglo de las luces revisaba con ironía condescendiente las ancestrales tinieblas del misterio religioso.



Por esa misma época, las viejas rivalidades entre Francia y Alemania llegaban hasta el territorio de la literatura. La Ilustración francesa, como acabamos de esbozar, era antes que nada el optimismo de la razón frente a cualquier autoridad y muy especialmente frente a lo que hasta entonces se conocía como el derecho divino. La nación moderna que había surgido con la revolución francesa había pasado de ser una sociedad de sangres a una de ciudadanos. La jerarquía del mérito desplazaba a la de la cuna; la autoridad del intelecto, a la de la revelación. Pero en Alemania -y cabría preguntarse si esto no era en parte un modo de resistencia cultural-, sucedía por esos años casi lo contrario. El Romanticismo se imponía y con una generación deslumbrante de filósofos y artistas que aportarían, en unos cuantos años, una visión distinta de lo hasta entonces juzgado como arte, literatura y filosofía. "Surgía una generación para la cual el acto poético, los estados de inconsciencia, de éxtasis natural o provocado y los singulares discursos dictados por el ser secreto se convertían en revelaciones sobre la realidad y en fragmentos del único conocimiento auténtico." (1) Baste citar los nombres de los filósofos Fichte, Schelling y Hegel, los poetas y escritores Goethe, Herder, Schiller, Hölderlin,
Tieck, Arnim, los hermanos Grimm, Hoffmann y el mencionado Novalis; todos ellos, en
Sajonia (una pequeña región de lo que hoy es Alemania) y en un breve espacio de tiempo a fines del siglo XVIII, crearon ese momento de la historia, cuyas repercusiones aún no terminan de asombrarnos.



Heráclito ya se preguntaba por qué, durante el sueño, cada hombre tiene su universo
particular, mientras que en el estado de vigilia todos los hombres poseen un universo
común. Mucho dice de cada civilización la manera en que enfrenta al sueño, esa zona de la realidad que no parece sometida al tiempo ni al espacio y cuyas manifestaciones poseen, para la mente, un grado de significación equiparable a las experiencias de la vigilia. "El mundo se hace sueño; el sueño, mundo" sostiene Novalis. Transfiguración que en su concepto sobrepasa la simple oposición entre realidad e irrealidad para prefigurar una desconocida plenitud que el hombre aún no ha alcanzado. La sustancia del sueño y la sustancia del mundo, en su concepto, surgen de un mismo lugar. Lo que las separa es el limitado orden de la razón y de los sentidos que poseemos, a los que la verdadera realidad no puede llegar de golpe sino a cuentagotas. El puente del sueño revelaría así a la conciencia lugares, tiempos y criaturas que están en la realidad pero aún no aparecen ante nosotros o se han esfumado. El sueño trabajaría como el espejo o la inversión de esta realidad que necesita nuestra conciencia para reconstruir lo real absoluto o la realidad no fragmentada, no empobrecida por el plano visible.


En Enrique de Ofterdingen, su novela inconclusa, Novalis pone en boca del protagonista la insalvable diferencia que él percibe entre el mundo transcrito por la experiencia y el revelado por las intuiciones interiores: "Me parece como si hubiera dos caminos para llegar a la ciencia de la historia humana: uno, penoso, interminable y lleno de rodeos, el camino de la experiencia; y otro, que es casi un salto, el camino de la contemplación interior. El que recorre el primero tiene que ir encontrando las cosas unas dentro de otras en un cálculo largo y tedioso; el que recorre el segundo, en cambio, tiene una visión directa de la naturaleza de todos los acontecimientos y de todas las realidades, es capaz de observarlas en sus vivas y múltiples relaciones, y de compararlas con los demás objetos como si fueran figuras pintadas en un cuadro." (2)



Novalis fue sin lugar a dudas uno de los grandes poetas del sueño. Su obra está signada por la Noche, la Tierra, el Descenso y lo Inconsciente. Pero hay que tener siempre en cuenta lo que significa el sueño para él: no es una actividad disolutiva sino amplificativa de la conciencia. Puesto que para él lo romántico, en cierto sentido, es todo aquello que se refiere a la conciencia de la gran fuerza que mueve todas las cosas y que aflora más en las épocas de transición que en aquellas en las que el hombre cree haber encontrado su estado definitivo: "Alma y destino no son más que dos modos de llamar a una misma noción".



Un año antes de su temprana muerte, Novalis publica los Himnos a la Noche. Obra cautivante y cenital, atravesada por un tono profético que le da a la vez fuerza estética y singularidad literaria. Albert Béguin, quizá el más reconocido crítico y estudioso del romanticismo, dice que los Himnos a la Noche son "la obra maestra de la poesía propiamente romántica, y uno de los más bellos testimonios que poeta alguno haya dejado de una aventura personal transfigurada en mito". (3) En efecto, es tal vez la mitificación, la transfiguración poética de algunos sucesos de la propia vida de Novalis en este poema lo que emerge inesperadamente convertido en una visión que puede ser comparada con las de los grandes poemas místicos. Si bien hay un referente biográfico -la muerte de Sophie von Kühn, el gran amor de su vida, quien se le aparece pocos días después de fallecida, mientras Novalis visita su tumba-, el verdadero poder de los Himnos radica en una visión trascendente que está basada en una construcción simbólica. Lo que está sucediendo en ellos, lo que dicen bajo una poderosa voz onírica, habla más allá del alma individual de su autor. Habla desde una profecía poética.



El primer himno señala a la Luz y la reconoce como el motor que produce y dirige las cosas que aparecen sobre el mundo:



Como un rey de la naturaleza terrestre, la luz llama a todas las fuerzas a
transformaciones innumerables, anuda y suelta lazos infinitos, ciñe su imagen celeste a cada criatura en la tierra. Su presencia sola abre el prodigio de los reinos del mundo.(4)




Pero ante esta Luz está la Noche, una manifestación anterior y superior a la Luz, de la que ella ha surgido y a la que ella ha de volver. El poder de la Noche ha descendido al alma del poeta y parece hablar a través de sus palabras; y es ella quien "levanta las alas pesadas del espíritu", ella quien le ha dado otros ojos para mirar lo invisible:



Más celestes que las estrellas nos parecen los ojos infinitos que abre en nosotros la
Noche.



El segundo Himno continúa lo planteado en el primero y se lamenta de la demora en la
llegada del reino de la Noche, inminente una vez que se ha comprendido su magnitud; pero reconoce que el tiempo de la Luz es necesario para entender y penetrar en aquél:




El tiempo de la Luz está medido. Pero el reino de la Noche no conoce tiempo ni espacio.



En el tercer Himno narra el proceso de su visión y de su conversión:



...me aferraba con inmenso dolor a la vida que se me escapaba y se extinguía. He aquí que vino de las lejanías azules, de las cimas de mi antigua bienaventuranza, un tembloroso fulgor. Y súbitamente la atadura del nacimiento, la cadena de la Luz se rompió.
Desapareció el resplandor terrestre y con él el dolor. La melancolía se fundió para crear un mundo nuevo e inefable.



Al arribar al Himno IV la voz continúa bajo este estado de visión en el que puede mirar desde una altura inusitada la vorágine de la realidad del mundo:



...quien ha estado en el monte que separa los dos reinos y ha mirado al otro lado, al
mundo nuevo, a la morada de la Noche, en verdad éste ya no regresa a la agitación del
mundo, al país en el que anida la perpetua inquietud de la Luz.



Como reconociendo que hay un punto irreversible en esa visión y al mismo tiempo que ella era necesaria para despertar de un largo sueño; porque ahora "siento en mí el cansancio celeste" dice el poeta y le habla directamente a las ficciones de la Luz desde una extraña sobrenaturaleza:



Pero es inútil tu furia y tu deliro. He aquí levantada la Cruz, que se yergue ardiente sin consumirse, bandera que bendice nuestra estirpe.



El reconocimiento de la Cruz para simbolizar el cruce de los dos reinos -el de la realidad temporal y el de la trascendente- y al mismo tiempo el advenimiento de una nueva era le da al poema un sentido teológico, aunque no necesariamente religioso. La reconciliación de la estirpe divina con el devenir del mundo de la Luz son narrados en el quinto Himno. Aparece una señal de pacto:



...el mundo nuevo se mostró con rostro nunca visto, en la poética casa de la pobreza: un hijo de la primera virgen y madre, fruto infinito de un secreto abrazo. La sabiduría oriental, floreciente de premoniciones, fue la primera en reconocer el comienzo de los nuevos tiempos. Una estrella le señaló el camino hasta la humilde cuna del rey.



Novalis diferencia una edad de oro, signada por la inocencia; una caída, representada por el conocimiento del dolor y de la muerte; y una revelación, centrada en la figura del mesías y de la Cruz. A partir de que el Mal se manifiesta en el reino de la Luz los hijos del espíritu se interrogan sobre el verdadero creador de su naturaleza terrestre. Entonces la nueva Era aparece bajo la señal de la Cruz. Pero ahora el espíritu ha reconocido su origen y su destino:



Consolada, la vida

avanza hacia lo eterno.

De su fuego más íntimo

se colma nuestro espíritu.

El cielo y sus estrellas

se hacen vino de vida:

gocemos de ese vino

hasta ser como estrellas.



En el último canto, que lleva el subtítulo de "Nostalgia de la muerte", hay una voz que se desespera de su forma y anhela reintegrarse a su origen, ya reconocido para siempre:



Descendamos al seno de la tierra

abandonando el reino de la luz.

El golpe con su estela de dolor

es la alegre señal de la partida.

Veloces, en angosta barca,

a la orilla del Cielo llegaremos.



Y se pregunta, por último, cuáles son las ataduras que impiden la final liberación:



¿Qué es lo que nos retiene aún aquí?

Ya reposan quienes tanto amamos;

en su tumba termina nuestra vida.

Miedo y dolor invaden ahora el alma.

No hay nada más que buscar.

El corazón está lleno; el mundo, vacío.



Me parece fundamental observar lo que afirma este verso: "El corazón está lleno; el mundo, vacío". Hay que recordar que Novalis escribe este poema en la desolación, a partir de la muerte de quien fue el gran amor de su vida, y que en parte es por esto un canto de agonía y de "nostalgia de la muerte": su amada no volverá a la vida pero él se reunirá con ella en la muerte; la vida, para él, es a partir de entonces una espera impaciente. Pero, en un sentido más amplio y menos anecdótico, esta noción de plenitud interior al mismo tiempo que renuncia exterior, o de rebosamiento del espíritu al tiempo que el mundo visible se adelgaza o se vacía, se aproxima inesperadamente al estado extático que anhelaban los místicos y, más curioso aún, al nirvana o satori del budismo. En efecto, lo que Novalis transcribe en los Himnos a la Noche es una fina meditación que es coronada por una visión trascendente, a la que llega muy probablemente sin querer, guiado sólo por el amor.



Poco que agregar a este poema total y estremecedor. Sólo quisiera con este imperfecto
paseo suscitar en un lector de hoy la curiosidad de acercarse a él. Doscientos años de la muerte de su autor no han oscurecido su magna lumbre.



NOTAS

1. Albert Béguin, El alma romántica y el sueño, Fondo de Cultura Económica, México, 1954.

2. Novalis, Enrique de Ofterdingen, versión de Eustaquio Barjau.

3. Albert Béguin, Op. cit.

4. Utilizo para estos fragmentos citados de los Himnos a la Noche varias versiones de
traducción al castellano. Dignas de mención son las de Mario Monteforte Toledo y Antonio Alatorre, la de Rodolfo Häsler, la de Eustaquio Barjau y la de Jorge Arturo Ojeda.



Jorge Fernández Granados (México, 1965). Poeta. Ha publicado La música de las esferas
(Castillo, 1990), El arcángel ebrio (UNAM, 1992) Resurrección (Aldus, 1995), El cristal (Era, 2000) y Los hábitos de la ceniza (Joaquín Mortiz, 2000); así como el volumen de cuentos El cartógrafo (CNCA, 1996). Fue becario del Centro Mexicano de Escritores (1988-89) y del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (1992-93 y 1997-98). En 1995 obtuvo el premio internacional de poesía Jaime Sabines y en 2000 el Nacional de Poesía Aguascalientes. Página ilustrada com obras da artista Gabriela Villegas (Chile). Contato: jfgranad@prodigy.net.mx.

Novalis II


Friedrich von Hardenberg (Novalis)

Los Himnos a la Noche y la poesía romántica



Valmore Muñoz Arteaga

Universidad Católica Cecilio Acosta







1.- Introducción Biográfica



En las últimas décadas del siglo XVIII surge el movimiento romántico como expresión contra
los cánones y moldes del clasicismo y academicismo artísticos y literarios. Entre sus
figuras más representativas se encuentra Friedrich Leopold von Handerberg (Novalis1),
quien nace el 2 de mayo del año 1772 en la hacienda paterna de Oberwiederstädt, en el
Condado de Mansfeld (Alta Sajonia2); fruto del segundo matrimonio de Erasmus von
Hardenberg con Auguste Bernhardine von Bölzig. De los once hijos de esta unión, tan sólo
uno sobrevivirá a su madre, toda su prole desapareció en brazos de la tisis. El círculo
familiar del joven Novalis está gobernado por la religiosidad pietista de la casa paterna,
anexada a la secta de los Hermanos moravos3, el modo de vida de la aristocracia culta de
la Alemania de fines del siglo XVIII, la vida bucólica y, al residenciarse la familia en
1878 en Weisenfels, donde el padre de Novalis recibe el nombramiento de director de las
salinas de Artern, un creciente interés por la minería. No se avizoraba en el niño nada
que hiciera concluir alguna inclinación por las letras. A partir de los 9 años de edad, y
luego de superar una grave enfermedad, comienza a dar muestras del genio que lo
caracterizará más adelante.



Su acercamiento a las Ciencias y a las Letras se inicia desde el hogar, en el espíritu
quietista del hernutismo. Parte a residenciarse en la mansión de un tío suyo, Friedrich
Wilhelm von Hardenberg, ubicada en Locklund. El tío era poseedor de una amplísima
biblioteca, allí entre centenares de libros se diluían los sueños del adolescente. En 1789
ingresa a estudiar en el de Eisleben, allí se terminaría de formar su espíritu
protestante.



En 1790 se inscribe en la Universidad de Jena para estudiar filosofía. La templada
autoridad de la casa paterna palideció ante el avasallante entusiasmo del joven estudiante
por su maestro y profesor Friedrich von Schiller. El ambiente de la ciudad lo absorbe por
completo, la vida culta y artística de Jena será fundamental en su formación y
complementará a la propia Universidad. En Leipzig, donde dará continuidad a sus estudios,
entablando luego conocimiento y amistad con los hombres cuyo mundo espiritual -que era el
propio del Romanticismo temprano- habría de desplegar la más concluyente influencia sobre
el poeta y pensador Novalis y cuyos nombres surgen inscritos con letras doradas en la
historia del pensamiento alemán Tieck4 y los hermanos Schlegel5.



De estos jóvenes, casi todos de la misma edad de Hardenberg, fue sobre todo Friedrich
Schlegel, el entusiasta de Winckelmann y erudito conocedor de la poesía antigua, quien
había de convertirse en amigo entrañable de Novalis y acercarle a Fichte, a la vez que le
orientaba hacia un humanismo estético y sentaba los cimientos de su interpretación de la
historia. Las influencias de este ambiente, en el que, pese a su positivo valor formativo,
flotaba mucho de las nebulosas concepciones de los románticos favoreciendo el pensamiento
inclinado a lo fantástico e irreal de Novalis, fueron contrarrestadas hasta cierto punto
por el estudio de la minería en Freiberg, en cuya famosa escuela de minas el poeta estudió
y escuchó más tarde las enseñanzas del prestigioso geólogo Werner para poder aspirar a un
cargo en las salinas del Estado de Sajonia (ASÍS CABALLERO, 1974: 279)



Durante el año de 1794 se produce un suceso trascendental en la breve vida de Novalis que
habría de sustentar su obra mucho más allá de todas las lecturas y amistades que ya tenía.
Conoce a Sophie von Kühn, hijastra de un aristócrata de Rokkenthien, una jovencita que no
cumple todavía los trece años, "y se siente arrebatado por un irresistible sentimiento
amoroso hacia la joven, que pocos meses después es su prometida" (Ob. Cit. 280). Sophie no
fue en modo alguno el primer amor de Novalis, al parecer y como queda evidenciado en la
correspondencia entre sus hermanos, el poeta fue un constante enamorado. Sólo que un
episodio doloroso hará que este amor se transforme en algo que traspasa los linderos de la
realidad. Dos años después de iniciarse los amores entre ambos, ella muere. "Fue esta
separación inmensamente dolorosa la que, como una tremenda catarsis, abrió en el alma de
Novalis una dimensión metafísica y mística que caracteriza virtualmente toda su obra"
(Ídem.) El culto de la amada muerta se transforma en adelante en el momento decisivo de la
actitud vital de Novalis; toda su obra, sus apuntes y anotaciones del diario así lo
aseguran.



Después de culminar sus estudios profesionales en Wittenberg y de haber sido iniciado en
la práctica de la administración en Tubinga. Siente la vocación de fundar un hogar propio;
parece como si su trabajo y su juventud fuesen alejando de él poco a poco,
insensiblemente, la imagen de Sophie y el anhelo de la muerte. En el comienzo de los
treinta años formaliza sus relaciones con Julie von Charpentier. En 1800 se traslada a
Dresde para spirar a una plaza de jefe de administración, que le permita asegurar el
porvenir económico de su futura familia, pero el destino vuelve a jugar con el alma
sensible del poeta, esta vez para extinguirla. Sufre una hemptisis6 y en la noche del 15
de marzo de 1801, mientras dormía, Novalis deja este mundo.







2.- Romanticismo alemán



Durante las primeras tres décadas del siglo XIX, prospera en Alemania, en torno a la
longeva y serena figura de Goethe, el período propiamente romántico de su literatura, y
haciendo casi imposible determinar una fecha para su desaparición, ya que todas las
figuras posteriores como Mörike, Lenau y Heine se verán seducidos por el discurso
romántico, haciéndose extensivo -de alguna manera- en la obra de Hermann Hesse y Thomas
Mann. Dentro del Romanticismo europeo, la contribución teutona se distingue por su
profundidad, que logra emparentarse con la filosofía, con que se radicalizan los
principios de la nueva tendencia.



Tomando a los filósofos como punto de referencia externo, podríamos decir que, después de
la revolución efectuada por Kant, el Romanticismo nos da su mentalidad reflejada en forma
abstracta por Fichte, para cerrarse e en Hegel. Se trata, pues, del idealismo en su punto
extremo, en que el hombre, prescindiendo del desinterés objetivista de la filosofía
clásica, parte de un sentido ético, de exaltación de la nobleza y la libertad del
espíritu, para considerar la realidad entera determinada y valorada sólo por éste
(VALVERDE, 1971: 30)



Cuando Fichte dice que el YO se opone al NO-YO al oponerse a sí mismo, esta fría fórmula
significa que el espíritu adopta su posición por su propio impulso íntimo, y que esta
posición configura el modo de ser de toda la realidad (Ídem.) La cosa en sí se cambia en
algo, no sólo recóndito, sino aterrador, que es necesario someter con el alma. La
individualidad humana se transforma en un momento del gran Espíritu, concretándose en los
hombres y tomando actitudes estructuradoras del mundo; en tal sentido manifiesta Fichte
que la filosofía dependerá de la clase de hombre que la elabore.



Entre las filosofías no habría diferencias de mayor o menor aproximación a una realidad
objetiva -éste es el sentido de tal afirmación-, sino de altura moral, de soberanía sobre
el exterior, de independencia autodeterminadota. El primer resultado del idealismo es la
fusión -y aun la confusión- de todos los aspectos de lo real en una gran unidad subyacente
y semivelada (Ídem.)



Dentro de la literatura las estructuras del discurso y la propia obra sufren una
desvalorización, con la finalidad de exaltar lo que para ellos es lo único importante: el
Espíritu magnífico y libre. De allí que la mayor parte de las producciones (literarias y
artísticas, en general) del momento brinden un talante tan original y paradójico. En otro
sentido, se hace particular en el romántico alemán ser muy emancipado y abierto, y a la
vez luchar contra su propia naturaleza humana que lo inclina hacia una tendencia sostenida
por el orden, cobijándose la más de las veces en la Iglesia Católica, "por una admiración
externa de carácter estético, y por una nostalgia de seguridad y jerarquía, tal vez sin
auténtica fe en algún caso" (Ídem.) Así lo afirma el poeta Caspar David Friedrich:



El arte no debe en modo alguno proponerse el engaño, y ejecuciones de tal dimensión
constriñen la imaginación del espectador; la imagen sólo debe insinuar, y, ante todo,
excitar espiritualmente y entregar a la fantasía un espacio para su libre juego, pues el
cuadro no debe pretender la representación de la naturaleza, sino sólo recordarla (VARIOS,
1994: 53)



Otro poeta y filósofo, Wilhelm Heinrich Wackenroder, apunta:



Siempre se han apuntado y vuelto a contar algunas anécdotas de artistas, o sostenido y
defendido sin cesar algunos lemas significativos; y ¿cómo ha sido posible que fuese tan
superficial la admiración con que se escucharon, que nadie haya sido capaz de vislumbrar
en esos elocuentes signos lo más sagrado del arte, a lo que aluden? ¿Y por qué no
reconocer también aquí, como en la naturaleza restante, la huella del dedo del Creador?
(Ídem.)



El romántico alemán, sin duda por ser el más romántico de todos los europeos, subyugan y
desdeñan los éxitos literarios con la finalidad de glorificar al Espíritu donde todo puede
palidecer. El romántico alemán construye su conocimiento en forma de puente que lo conecta
con el campo de la espiritualidad:



Hat Christus sich mir gegeben,

Und bin ich seiner erst gewib

Wie schell verzehrt ein lichtes Leben

Die bodenlose Finsternis

Mit ihm bin ich erst Mensch geworden;

Das Schicksal wird verklärt durch ihn,

Und Indien mub selbst im Norden

Um den Geliebten fröhlich blühn7

(NOVALIS, 1995: 82)



En el discurso se dejan ver una serie de aspectos que alimentan la llama romántico y ese
entusiasmo espiritual: la Edad Media, Grecia, Oriente y la Iglesia Católica. Dentro del
romanticismo germano figuran nombres de primera categoría como Hölderlin, Jean Paul
(Johann Friedrich Richter), Clemens Brentano, Ludwig Tieck, E. T. A. Hoffmann, entre
otros.



Friedrich Hölderlin (1770-1843), su obra se reduce a una novela lírico-epistolar,
Hyperion, una tragedia que quedó inacabada, Der Tod des Empedokles (La muerte de
Empédocles), y un grupo de poemas, publicados algunos en vida y otros después de su
muerte. Desde muy joven el poeta evadió el mundo cotidiano para refugiarse en un trasmundo
irreal, edificado fundamentalmente sobre lecturas griegas clásicas, llegando a fundirse
con aquella lejana cultura que la convirtió en su realidad. En su poética se presenta una
exaltación del mundo helénico, sobre la base de su creencia de que los ideales de la
humanidad los personificó en el arquetipo griego. El helenismo lo llevó a considerar al
poeta como un tendido entre lo glorioso y la mediocridad de lo terrenal. La fuerza
espiritual se concentró en el idealismo de la libertad, corriente que ya tenía sus
orígenes en la filosofía de Kant, Schiller y Humboldt. Hölderlin quedó profundamente
entusiasmado por la revolución francesa y el significado de esta en los fragmentados
pueblos alemanes.



Jean Paul (1763-1825) (Johann Friedrich Richter) produjo amargas sátiras en su juventud;
sus escritos posteriores son más imaginativos y sentimentales. Alcanzó su mayor éxito con
la novela sentimental Hesperus (1795). Titán (4 volúmenes, 1800-1803), una novela que
contiene elementos autobiográficos y que discute las ideas revolucionarias de la época, es
considerada su mejor obra. También publicó ensayos, reseñas críticas y varias obras
teóricas, como Preestadio de la estética (1804), sobre la poesía, y Levana (1807), un
corto tratado sobre la educación. Su autobiografía inacabada es considerada su mejor obra
romántica.



Clemens Brentano (1778-1842) pertenece a la segunda generación del romanticismo. Desde muy
temprano entró en contacto con la historia de la literatura alemana (su madre fue
pretendida por Goethe, y su abuela por Wieland). Al igual que Novalis, ingresa en la
Universidad de Jena. Luego de su tercer matrimonio, se convierte al catolicismo
renunciando a su vida mundana y literaria. Brentano consideró a la poesía como una
falsedad, un espejismo engañoso que se niega a reflejar la imagen de Dios. Estuvo
poderosamente influido por Boccaccio, Calderón y Hölderlin. En sus poesías, novelas y
teatro, abundan las imágenes fantásticas y las expresiones sorprendentes. Con su cuñado,
Achim von Armin, editó una colección de poemas populares alemanes, El niño y el cuerno
encantado (3 vol., 1806-1808), que sirvió de letra para un ciclo de canciones de Gustav
Mahler. Brentano escribió muchos relatos, entre los que se cuenta el notable El bravo
Gasparcito y la bella Anita (1817). Durante sus últimos años, especialmente en el
Romancero del rosario, publicado póstumamente (1852), Brentano dedicó su genio literario a
propagar la fe de la iglesia Católica.



Ludwig Tieck (1773-1853) considerado por algunos críticos como ejemplo del poeta
romántico. Su poesía suelta, formada bajo la sombra de Goethe, aporta la introspección
sentimentalista propia del momento. Lo que puede rescatarse como valioso es la obra
dramática de Tieck, sin olvidar su novela William Lovell, interesante porque desnuda la
desintegración moral de un espíritu atormentado.



Es difícil definir las obras teatrales de Tieck porque tienen un intermitente carácter de
parodia que las hace muy peculiares. Algunos de sus pasajes servirían para ilustrar el
sentido de la ironía romántica; personajes que de pronto denuncian lo absurdo de la
convención escénica, o se asombran porque se produce algo que no estaba en el papel, etc.
(Ob. Cit, 1971: 36)



Tieck fue el introductor de Shakespeare y Cervantes en Alemania, les tradujo casi toda sus
obras.



E. T. A. Hoffmann (1776-1822), escritor y compositor alemán, una de las figuras más
representativas del romanticismo alemán. Pero Hoffmann es conocido sobre todo como
escritor. Sus obras de ficción, que combinan lo grotesco y lo sobrenatural con un poderoso
realismo psicológico, influyeron mucho en el romanticismo europeo. Las más famosas quizás
sean los cuentos fantásticos en los que Jacques Offenbach basó su ópera Los Cuentos de
Hoffmann (1880) y Léo Delibes su ballet Coppélia (1870). Su personaje del Kapellmeister
Kreisler también inspiró la obra para piano Kreisleriana del compositor alemán Robert
Schumann. Muchos de sus cuentos más populares los reunió en el libro Piezas fantásticas (2
volúmenes, 1814-1815), que además contiene una colección de crítica musical y sus propias
ilustraciones. También escribió la novela Los elixires del diablo (1815-1816), famosa por
el uso de un personaje doppelgänger, ('un doble fantasmal'). Compuso música religiosa,
lieder, algunos conciertos, piezas para obras teatrales; su ópera Ondina (1816), influyó
en compositores posteriores, como Weber.







3.- Los Himnos a la Noche (Hymen an Die Nacht)



Los Himnos a la Noche constituyen una de las obras más hermosas del romanticismo
universal. Fueron publicados en 1800. La redacción de los himnos está vinculada con la
muerte de Sophie von Kühn, en 1797. Días después Novalis pierde a su hermano Erasmo. La
sombra de los muertos y sobre todo de la muerte se posa sobre la cornisa de la
cotidianidad de Novalis. Los estudios más modernos aseguran que los Himnos fueron escritos
entre 1799 y 1800, y luego publicado por vez primera en Athenaeum, que editaban los
hermanos Schlegel, en agosto de 1800, aunque todo apunta a que hubo una edición anterior
en verso libre. En todo caso, es una colección de poemas en donde a la diurna fe de la
Antigüedad se contrapone la concepción de la noche como misterio creador de la vida y de
la muerte, del milagro y de la redención cristiana.



El poema de la noche principia con una pequeña súplica que ensalza el reino de la luz,
pero únicamente para que en violenta discordancia el poeta se aleje de ella y se regrese
hacia la misteriosa noche: "Abwärts wend ich mich zu der reiligen, unaussprechlichen,
geheimnisvollen Nacht. Fernab liegt die Welt -in eine tiene Gruft versenkt- wüst und
einsam ist ihre Stelle"8 (Novalis, 1995: 26).



En la oposición entre los dos términos, luz y sombra, día y noche, se sostiene y nivela
toda la construcción de los himnos, pero en los términos y en su confrontación se enlaza
un manojo enmarañado de significados. Lo múltiple, la variedad del contenido en la unidad
de una intuición es concepto principal en Novalis.



Los dos primeros poemas himnos en una sucesión vertiginosa de imágenes ponen en manifiesto
el sentido oculto en los símbolos del día y la noche, oponiéndolos: la luz es el reino de
la acción y el movimiento incesante, el lugar del trabajo, de la actividad, del infausto
trajín; es el reino de los límites y las diferencias, de la separación y la determinación,
de las cosas distintas: "Buscamos por doquiera el absoluto (das Unbedingte: lo no
cosificado) y sólo encontramos cosas", dice un fragmento de 1797. (FERRARI, 1995: 12)



La luz representa a su vez en este primer enfoque, el tiempo restringido de la vida, la
vida como determinación del tiempo; por ello Novalis la simboliza como el mecanismo del
reloj; y sin embargo en las primeras líneas la luz aparece como "alma íntima de la vida",
como la esencia que respira el poeta, figurado en la alusión al egregio extranjero en
cuyos labios abunda el canto (Ídem.) La luz se hace esencia destilada que respiran todos
los hombres y seres terrenales convive en estos primeros himnos con una luz imaginada en
su aspecto externo, acción y movimiento autónomo de la materia. ¿Juega Novalis con dos
significados del concepto de luz?, la que podemos denominar de la hora, la cotidianidad,
la vigilia, ahuyentadora del sueño, del amor y de la noche; y a la otra, la luz primigenia
y trascendente, hogar donde coexisten los dioses, la de la deshora, del ensueño; es a ella
a la que canta el poeta durante esos primeros cantos.



Así nacen desde la luz, los hijos de la Madre Noche que circunda en su manto a los amantes
y a los afligidos. Uno por uno de sus atributos se oponen a los de la luz: es la eternidad
y la infinitud sin tiempo y sin espacio, la deserción de los límites, la indiferencia, la
embriaguez -opio, vino y amor-, la unión amorosa, la inconciencia, todo lo que excluye en
fin el trabajo diario, la reflexión sobria, el reloj (Ídem.); es la gran madre, la dueña
del amor creador y por consiguiente Sophie es convertida en símbolo del amor y de lo
eterno femenino. Ella es la primera síntesis entre la luz y la sombra, entre la vida y la
muerte, entre el fuego y el agua; aquella que guía al poeta por los túneles de la noche
que no es otra cosa que la propia vida, la vida que está por encima de la muerte y lejos
de la luz terrestre.



La visión de Sophie se hace, a partir de ahora, la mediadora entre la vida y la muerte,
entre la luz y la noche. Desde el corazón de la Muerte la Madre tiende su mano salvadora
al hijo para dar pie a una nueva cadena que sustituye las cadenas rotas de la luz. Todo se
vuelve entonces otro mundo. El otro mundo: más allá, del otro lado, son términos claves en
la poesía de Novalis en torno a los cuales gira su concepción de la noche. Al final del
poema queda claro todo su sentido. Es una historia mítica del universo que resiste a la
cronología y en la que el poeta afirma una concepción ahistórica de la realidad9. Al
imperio del destino sigue la edad de oro, cuando dioses y hombres eran parientes y
coexistían en el mismo paraíso. "El poeta alude sucesivamente a Tetis10, Hebe11, Dionisos,
Deméter12 y Afrodita" (Ídem.) Los dioses hacen de la noche su nueva morada y la luz
terrestre es despojada de su divinidad; y, por fin, advenimiento de Cristo quien surge
como una transformación de las antiguas divinidades exiliadas.



Con el cristianismo se realiza la reconciliación en una nueva creación. Muere la muerte,
que no es sino el tránsito a la vida eterna, y la unidad de la luz y la noche que al
principio del poema se prefiguraba en Sophie se realiza totalmente en la faz del Padre que
da figura a la claridad divina, conciliación de la luz y la sombra, como parece indicarlo
un poema ligeramente posterior a los Himnos: "Cuando la luz y la sombra se acoplen de
nuevo para volver a engendrar pura claridad" (Ídem.)



Finalmente, hay que acotar que los dioses no han muerto, tan sólo se han dormido en la
noche y reaparecen siempre, grandiosamente transformados en Cristo y en la Virgen María;
viven inmortales en el corazón del hombre, pues lo que canta Novalis no sucede en la
historia sino que se da perenne y sincrónicamente en el alma humana como una acumulación
de vivencias que le abren las puertas de la eternidad.







4.- Conclusiones



Novalis, así como el resto de los románticos alemanes, abrazará y confundirá todos los
terrenos: la literatura y el arte figurativo, la Historia y las ciencias de la Naturaleza,
Sociología y Psicología, Filosofía y Medicina, Política y Religión.



Los románticos descubrieron las fuerzas de la inconciencia y la subconciencia; el sueño,
el presentimiento, la nostalgia, lo mágico y fantasmal, el magnetismo del alma y el enigma
de los mitos.



El YO es asumido como principio del Universo, esta activa función se convirtió para el
sentir poético de los románticos en una deleitosa contemplación de dicho yo como vía de
acceso al Universo.



Toda la literatura romántica es una mezcolanza de formas: el drama tiende a la epopeya; la
lírica, al puro sonido; la narración, al cuento de hadas. La arbitrariedad en el libre
juego de las formas da nacimiento a un nuevo arte de lo grotesco.



La poesía romántica es progresiva y universal. Su función no consiste meramente en reunir
todos los géneros poéticos divididos y en poner en contacto la Poesía con la Filosofía y
la Retórica.



La poesía romántica anhelaba encerrar todos los temas y todas las formas en nunca conclusa
evolución; era a la vez universal e individual, fantástica e irónica.



Lo que el romántico buscaba siempre en el mundo era la creación de su propia alma, una
nostalgia de sí mismo y una vía hacia su propio interior: ensueño, recuerdo, pálpito y
visión (MARTINI, 1964: 322)



La nueva sensibilidad romántica se refugia en el catolicismo.



El romanticismo alemán constituye la más rica manifestación del irracionalismo que aparece
en todas las naciones europeas desde fines del siglo XVIII. Las frustraciones de la
realidad fueron compensadas en forma de originalidad creadora y de nostalgia tanto de lo
pasado como de lo futuro.







5.- Bibliografía



ASÍS CABALLERO, Francisco (1974) Friedrich von Hardenberg (Novalis) En: Forjadores del
Mundo Contemporáneo. Tomo I. Barcelona: Planeta.



FERRARI, Américo (1995) Introducción En: Himnos a la noche / Cánticos espirituales.
Valencia: Pre-Textos.



MARTINI, Fritz (1964) Historia de la literatura alemana. Barcelona: Editorial Labor.



NOVALIS (1995) Himnos a la noche / Cánticos espirituales Valencia: Pre-Textos.



SERRANO PONCELA, Segundo (1971) La literatura occidental. Caracas: Universidad Central de
Venezuela.



VALVERDE, José María (1971) Historia de la literatura universal Tomo 3. Barcelona:
Planeta.



VARIOS AUTORES (1994) Fragmentos para una teoría romántica del arte Antología y edición de
Javier Arnaldo. Madrid: Tecnos.







Notas:



[1] Novalis: Seudónimo procedente de la latinización del apellido von Rode (de Novali) de
un antepasado del poeta. Este apellido, a su vez, proviene de la finca de Grossenrode, en
tierras de Hannover, y significa campo recién roturado. Los contemporáneos acentuaban
Novalis en la o de la primera sílaba.



[2] Sajonia (en alemán, Sachsen), estado federado (land) y región histórica de Alemania
localizado en el extremo oriental del país, en la frontera con la República Checa y
Polonia. Desde un punto de vista geográfico, el territorio se divide entre el sector
meridional, dominado por las elevaciones de los montes Metálicos, y el sector central y
septentrional, área de colinas atravesadas, en sentido latitudinal, por los valles
fluviales del Elba y el Mulde.



[3] Hermanos Bohemos o Hermanos Moravos, sociedad religiosa establecida en Praga a
mediados del siglo XV. Originalmente estaba compuesta por antiguos miembros de los
husitas. También se les conoce con el nombre de Hermanos Unidos. En 1450 los Hermanos
Bohemos se establecieron en las cercanías de Silesia y Moravia. Durante la Contrarreforma,
alrededor del año 1600, esta comunidad casi desapareció al verse sus miembros forzados a
convertirse a la religión católica romana. A pesar de esto, la sociedad de los Hermanos
Bohemos no murió, y en 1722 algunos de sus componentes emigraron y se establecieron en
Herrnhut, Sajonia, en las tierras del reformador religioso, Nikolaus Ludwig von
Zirzendorf.



[4] Ludwig Tieck (1773-1853), escritor alemán, que fue uno de los líderes del romanticismo
germánico. El más conocido de sus cuentos populares fue Eckbert el rubio (1796).



[5] Friedrich von Schlegel (1772-1829), crítico y filósofo alemán, nacido en Hannover,
estudió derecho en las universidades de Gotinga y Leipzig. Dedicado a la literatura,
escribió Los griegos y romanos (1797), entre otras obras sobre la antigüedad clásica.
Desde 1798 fue el principal filósofo del primer movimiento romántico de la literatura
alemana, expuso sus ideas en el periódico que él y su hermano August Wilhelm habían
fundado, El Ateneo. Friedrich von Schlegel editó después otros periódicos y también dio
clases de filosofía, historia y literatura. August Wilhelm von Schlegel (1767-1845),
crítico, traductor y profesor universitario alemán. Nació en Hannover y se educó en la
universidad de Gotinga. Como profesor de literatura en las universidades de Jena y después
en Bonn, dedicó mucho tiempo a escribir.



[6] Hemoptisis: tos severa que origina un esputo espumoso teñido a veces de sangre.



[7] "Pero desde que Cristo / A mi se ha revelado / Desde que cierto estoy de su presencia
/ Una vida de luz en un instante / Las tinieblas sin fondo ha devorado / Con él por vez
primera me he hecho hombre / Él ha transfigurado mi destino / Y hasta en el norte las
lejanas Indias / Exultan y florecen / En torno del amado"



[8] "Apartado de ella, yo me vuelvo hacia la sagrada inefable misteriosa noche. Lejos yace
el mundo -sepultado en honda cripta- desierto y solitario está su lugar"



[9] "Entendamos ahistórica sólo en la medida en que el poeta subsume la sucesión
cronológica, la historia natural y la historia de la humanidad en una realidad absoluta
que la trasciende como la muerte y la noche trasciende la vida y la luz que impulsa la
actividad terrestre. Por lo demás, la lectura atenta de los Fragmentos revela en Novalis
una mente hondamente inquieta por el futuro del hombre en esta tierra y por el devenir
histórico como manifestación o fenómeno de la vida absoluta; en esta visión futuro y
pasado aparecen como dos mundos de la realidad" (FERRARI, 1995: 24)



[10] Tetis (nereida), en la mitología griega, hija de las divinidades marinas Nereo y
Doris, y la más famosa de las nereidas. La pretendieron Zeus, el dios supremo, y también
Poseidón, dios del mar, quienes le comunicaron la profecía de que daría a luz un hijo que
sería más poderoso que su padre. Fue entregada a Peleo, gobernador de los mirmidones,
quien era considerado el más digno entre los mortales. De esta unión, Tetis concibió al
héroe Aquiles.



[11] Hebe, en la mitología griega, diosa de la juventud, hija de Zeus y Hera. Durante
mucho tiempo, Hebe cumplía la función de copera de los dioses, a quienes les servía néctar
y ambrosía. El príncipe troyano Ganimedes la sustituyó en esta tarea. De acuerdo con una
versión, dejó de ser copera de los dioses cuando se casó con el héroe Hércules, que
acababa de ser deificado. Según otra historia, fue apartada de su lugar a causa de una
caída que sufrió mientras servía a los dioses.



[12] Deméter, en la mitología griega, diosa de los granos y de las cosechas, hija de los
titanes Cronos y Rea. Cuando su hija Perséfone fue raptada por Hades, dios del mundo
subterráneo, el dolor de Deméter fue tan grande que descuidó la tierra; no crecieron
plantas y el hambre devastó el universo. Consternado ante esta situación, Zeus, el regidor
del mundo, pidió a su hermano Hades que devolviese Perséfone a su madre. Hades asintió,
pero antes de liberar a la muchacha hizo que ésta comiese algunas semillas de granada que
la obligarían a volver con él durante cuatro meses al año. Feliz de reunirse de nuevo con
su hija, Deméter hizo que la tierra produjese flores primaverales y abundantes frutos y
cereales para las cosechas. Sin embargo, su dolor retornaba cada otoño cuando Perséfone
tenía que volver al mundo subterráneo. La desolación del invierno y la muerte de la
vegetación eran consideradas como la manifestación anual del dolor de Deméter cuando le
arrebataban a su hija. Deméter y Perséfone eran veneradas en los ritos de los misterios de
Eleusis. El culto se extendió de Sicilia a Roma, donde se veneraba a estas diosas como
Ceres y Proserpina.







© Valmore Muñoz Arteaga 2003

Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid



El URL de este documento es http://www.ucm.es/info/especulo/numero25/novalis.html





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Novalis I


1) NOVALIS EN WIKIPEDIA

2) NOVALIS EN ENCICLOPEDIA GER

Novalis (* Castillo de Oberwiederstedt, en la zona de Sajonia, en la actual Alemania, 2 de mayo de 1772 - † Weißenfels, 25 de marzo de 1801) fue un poeta alemán. Su nombre real era Georg Friedrich Philipp Freiherr von Hardenberg. Se le suele encuadrar dentro del primer Romanticismo.

Biografía

Nacido en el seno de una familia noble de Sajonia, recibió una educación pietista. Estudió Derecho en Jena, donde asistió a los cursos de historia de Schiller y conoció a Fichte, cuya filosofía idealista gravita sobre toda su obra. Tras su traslado a Leipzig en 1791, conoció a los hermanos Friedrich y August Wilhelm von Schlegel, con quienes colaboró más adelante en algunos proyectos, como la revista Athenaeum, una de las primeras manifestaciones del Romanticismo. Un año más tarde pasó a Wittenberg, donde ejerció la jurisprudencia. La muerte de su prometida, la jovencísima Sophie von Kühn, a causa de la tuberculosis (1797), le afectó profundamente. En sus Himnos a la noche (Hymnen an die Nacht, 1800), colección de poemas en prosa y verso, el poeta exalta la noche, identificada con la muerte, como el paso hacia la «vida verdadera», un renacimiento místico en la persona de Dios, donde sería posible el reencuentro con su amada y con el conjunto del universo. En 1799 se convirtió en administrador de minas en Weissenfels, poco antes de su prematura muerte, también a causa de la tuberculosis.

Obras

Su obra publicada en vida se limita a los Himnos a la noche y a dos series de Fragmentos (Fragmente) aparecidos en la revista Athenaeum en mayo de 1798. El conjunto de su producción fue publicado a su muerte por Friedrich Schlegel y Ludwig Tieck. Los Fragmentos, compuestos entre 1795 y 1800, comprenden una serie de apuntes, aforismos y comentarios breves sobre Filosofía, Estética y Literatura, en los que expresa las principales inquietudes y concepciones teóricas del Romanticismo. La angustia del poeta es provocada por la fractura que separa al sujeto del objeto, dentro de los estrechos límites fijados por el kantianismo: la mediación conceptual falsea la unidad esencial de la vida, de la que participa el poeta, sin poder asirla ni expresarla jamás. El papel asignado al arte se acerca al de la religión, por cuanto tiene la misión de hacer visible aquella intuición absoluta, aunque en sus apuntes Novalis indica que tal acceso debe realizarse desde la autorrevelación del arte como mediación, como falsedad y, por tanto, como absoluta libertad creativa. La novela inconclusa Los discípulos de Sais (Die Lehrlinge zu Sais) presenta una visión alegórica de la naturaleza. También la novela Enrique de Ofterdingen (Heinrich von Ofterdingen) quedó en estado fragmentario, aunque una vez publicada se convirtió en paradigma del Romanticismo. Novela de aprendizaje (Bildungsroman), el autor proyecta en ella las obsesiones que guiaron su propia vida. El protagonista debe salir al «exterior» para hallar su propia identidad, a través de los lugares comunes literarios del viaje y del enamoramiento. Las preocupaciones románticas que distinguen la novela se resumen en la imagen de la flor azul, símbolo de la esencia del arte como reconciliación entre mundo interior y exterior, es decir, como realización del concepto en lo concreto.

En el ensayo La Cristiandad o Europa (Die Christenheit oder Europa), Novalis expresa toda la nostalgia romántica por la perdida unidad de la Europa cristiana medieval, en una exaltación de la fe cristiana. Otra de sus obras que han ganado con el paso del tiempo son sus Cánticos espirituales (Geistliche Lieder), escritos por la misma época que sus Himnos, a los que prolongan y completan en parte. Están hechos también con una expresión más íntima, sencilla y rítmica, y fueron escritos para ser cantados. Cristo aparece en ellos como símbolo de la unidad entre poesía y religión.

Edición en castellano

Novalis (1977). La cristiandad y Europa. Centro de Estudios Políticos y Constitucionales. ISBN 978-84-259-0608-4.

Novalis (1976). La enciclopedia. Editorial Fundamentos. ISBN 978-84-245-0173-0.

Novalis (1983). Enrique de Ofterdinguen. Bruguera. ISBN 978-84-02-09737-8.

Novalis (1984). Escritos escogidos. Visor Libros. ISBN 978-84-7522-184-7.

Novalis (1988). Los discípulos en Sais. Ediciones Hiperión. ISBN 978-84-7517-228-6.

Novalis (1995). Himnos a la noche. Editorial Pre-Textos. ISBN 978-84-8191-027-8.

Novalis (1995). Himnos a la noche. Cuadernos Pau de Damasc.

Novalis (1996). Himnos a la noche; Enrique de Ofterdingen. Ediciones Altaya. ISBN 978-84-487-0387-5.

Novalis (1998). Escritos escogidos. Ediciones Orbis. ISBN 978-84-402-2328-9.

Novalis (2000). Poesías completas; Los discípulos en Sais. Dvd Ediciones. ISBN 978-84-95007-23-0.

Novalis (2001). Himnos a la noche. Cánticos espirituales. Círculo de Lectores. ISBN 978-84-226-8893-8.

Novalis (2006). Canciones espirituales. Editorial Renacimiento. ISBN 978-84-8472-148-2.

Novalis (2006). Gérmenes o fragmentos. Editorial Renacimiento. ISBN 978-84-8472-162-8.

Novalis (2007). Estudios sobre Fichte y otros escritos. Ediciones Akal. ISBN 978-84-460-1204-7.

Novalis (georg Friedrich Von Hardenberg)

Por I. A. COLLADO MILLÁN.

Poeta alemán, n. en Wiederstedt (Sajonia) el 2 mayo 1772, m. en Weissenfels (Sajonia) el 25 mar. 1801.

Biografía. Es el más espiritual de los poetas románticos alemanes. Su poesía es tan profunda como clara y llena de vida. Él mismo llamó a su concepción poética «idealismo mágico». En él se fundan la poesía, la filosofía y las ciencias naturales para formar una ciencia peculiar, interpretación mística del universo. Su seudónimo Novalis es de tradición familiar; ya en el s. XIII, sus antepasados habían tomado nombre de unas posesiones en Neurode, llamándose de Novali.

La primera formación humanística la recibió en la casa paterna con preceptores; al mismo tiempo, fue educado en la religiosidad pietista. En 1784, su padre pasó a ser director de las salinas de Weissenfels, trasladándose poco después a dicha ciudad toda la familia. Terminados los estudios medios en el gimnasio de Eisleben en 1790, N. comenzó el mismo año la carrera de Leyes en la Univ. de Jena. Ya de esta época datan sus primeros ensayos poéticos, pues más que las leyes le atraían la filosofía y la poesía. En Jena oyó al famoso ex fraile Reinhold, filósofo kantiano, y trató personalmente a Schiller, que por entonces enseñaba allí Historia, a quien admiraba como «educador del siglo futuro». Al año siguiente, se trasladó a la Univ. de Leipzig, donde conoció la filosofía de Fichte , que le entusiasmó, y en la que posteriormente se inspiraron en gran parte sus propios ensayos filosóficos.

Aquí estudiaba a la sazón F. Schlegel, con quien N. trabó una amistad profunda y duradera. Por esta época, Schlegel describe a su joven amigo en estos términos: «Un muchacho muy joven todavía, bien educado y fino, de rostro delgado y ojos negros; su expresión es espléndida cuando habla fogosamente de algo hermoso; es, sobre todo, un gran entusiasta, y habla tres veces más y más rápido que cualquier otra persona. Posee una enorme agilidad mental y gran sensibilidad. El estudio de la filosofía le ha dado una rica facilidad para tejer hermosos pensamientos filosóficos; no va a lo verdadero, sino a lo bello. Su sensibilidad tiene algo de pudoroso que proviene del fondo de su alma, no de inexperiencia. Es muy alegre, muy blando, y capaz aun de recibir cualquier forma que se le imprima» ( carta a su hermano August Wiehelm, fechada en Leipzig, enero de 1792).

Perturbado por una pasión amorosa y falto de resistencia psicológica, pensó N. hacerse soldado, creyendo que la milicia le educaría en un espíritu viril; pero al poco tiempo renunció a dicho propósito y se trasladó a Wittenberg, ciudad más recogida que Leipzig. Con trabajo metódico, llevó allí a término sus estudios de Leyes. Secundando el deseo de su padre, marchó en 1794 a Tennstedt para adiestrarse en la técnica de la administración. El oficial Just fue allí su maestro y amigo, y más tarde su primer biógrafo. En noviembre del mismo año conoció N. a Sofía von Kühn, niña de 13 años y prometida suya poco tiempo después. N. confiesa deber a ella su carácter, y por hacerla su esposa estaba dispuesto a tomar rápidamente una profesión y renunciar a otras ambiciones intelectuales. La muerte de Sofía dos años más tarde significa el verdadero nacimiento de N. al mundo de la poesía. De la quiebra de un sueño, nació en él otro sueño superior, y Sofía se transfigura en su mente en la amada inmortal. Ahora siente N. el amor como una fuerza cósmica, y todo su anhelo es seguir a la amada en la muerte para alcanzar en ella la unión espiritual.

Una visión tenida junto a su tumba le dio la certeza de esta unión; desde aquel momento Sofía fue para él un símbolo religioso y hasta una personificación de la divina sabiduría. Cristo y Sofía representan para N. la suma del amor. En torno a esta experiencia mística se polariza todo su mundo poético. N. descubre por doquier fuerzas mágicas, que interpreta como emanaciones de un mundo oculto y superior. En diciembre de 1797, ingresó en la Escuela de Minas de Freiberg, donde estudió mineralogía y geología hasta la primavera de 1799. Con esta preparación entró de asesor en la administración de las salinas de Weissenfels. N. comenzaba ahora a sentirse más centrado en el mundo real. A ello le obligaba también el nutrido círculo de sus amigos, entre ellos los hermanos Schlegel, Tieck y el filósofo Schelling. Tieck sería más tarde el primer editor de sus escritos.

En diciembre de 1798, se prometió con Julia von Charpentier, hija de un ingeniero de minas. Mas este nuevo amor no significó para N. el olvido de la «diosa de la noche», de la que ningún otro ser le podría ya separar. N. vivía en Weissenfels, en casa de sus padres, y solía viajar a Jena y Weimar, donde tuvo ocasión de conocer a Goethe. Sus estudios de ciencias naturales y de filosofía, junto con sus reflexiones poetológicas, así como las discusiones con sus amigos sobre las ideas políticas de la Revolución francesa, dieron por fruto numerosos fragmentos y ensayos que N. consideraba como materiales para una enciclopedia de las ciencias basada en el método trascendental de Fichte. En el verano de 1800, hallándose en Dresde, le sobrevino una hemoptisis. La misma enfermedad que llevó al sepulcro a Sofía había hecho presa de su organismo. En marzo del año siguiente moría en la casa paterna.

Creación literaria

. La producción de N. se acumula en el corto espacio de tres años. Es ante todo lírica, aun en la narración y el ensayo; su lenguaje es fluido y musical, cargado del sentimiento que brota de su espíritu melancólico y soñador. Entre sus poemas destacan Hymnen an die Nacht (Himnos a la noche), 1797, y Geistliche Lieder (Canciones espirituales), 1799. Los Himnos, en prosa rimada, son un canto a la noche, morada del ser verdadero y del genuino amor. No la luz del día, sino la sombra luciente de la noche encierra los misterios de la vida y de la muerte, nuestra redención. En la primera parte describe N. el tránsito del mundo del día, que parece representar la real, al de la noche, realidad verdadera. Con lenguaje cadencioso, describe su experiencia; una serie de imágenes sugestivas va haciendo ostensible el ser de la informe e invisible: «Yo me vuelvo a la santa, inexplicable, misteriosa noche. Allá lejos queda el mundo, como hundido en un profundo sepulcro. ¡Qué desolado y solitario su lugar! ».

En la segunda parte del poema predomina la reflexión. N. desarrolla aquí una historia romántica de la redención. La Antigüedad no alcanzó la victoria sobre la muerte; pero vino Cristo al mundo y la venció con su muerte y resurrección. Al final del poema, la experiencia del amor y de Cristo se funden en un único anhelo: «¡Abajo, a la dulce esposa, a Jesús el amado! Suave, ampara el crepúsculo a los amantes afligidos. Un sueño rompe nuestros lazos y nos traslada al seno del Padre». En las Canciones espirituales se refleja el recuerdo de los piadosos días de la infancia. La imagen de Sofía se trasforma en la de María. Una dicha celestial inunda el corazón en medio del mundo. El alma fiel se dirige al Redentor desde el centro de la comunidad. Las Canciones respiran espíritu pietista, evitando lo propiamente dogmático. En el ensayo Die Christenheit oder Europa (La Cristiandad o Europa), 1799, presenta una imagen poéticamente idealizada de la unidad política y religiosa de la Edad Media, unidad que desea ver restablecida en el futuro.

La religión debe volver a ser el fundamento del Estado. «Del sagrado seno de un venerable concilio europeo resurgirá la Cristiandad, y el asunto de la renovación religiosa será llevado a cabo según un plan general y divino. Nadie protestará ya contra la opresión temporal o eclesiástica, pues la esencia de la Iglesia será una auténtica libertad, y todas las reformas necesarias se llevarán a cabo bajo la dirección de la misma como pacíficos procesos dentro del Estado». Cuando N. leyó a sus amigos este ensayo, comenzaron a taparse los oídos, no viendo en él otra cosa que una glorificación del catolicismo. Pero fue un malentendido inexplicable. La idea de N. (o mejor dicho, su ensueño) era el retorno de Europa a un cristianismo preconfesional, católico en el sentido de europeo, como existió en la Edad Media antes de las escisiones confesionales. Bajo este aspecto, considera al protestantismo como una crisis pasajera de secularización y entibiamiento, a la que sucederá un día la superación de las confesiones y el establecimiento de una nueva catolicidad occidental.

Tieck no incluyó este ensayo en la primera edición de las obras de N. (1802), y así quedó excluido igualmente en las siguientes hasta la cuarta (1826), en que lo incluyó F. Schlegel (ya con- vertido al catolicismo), contra la voluntad de Tieck. La profecía de N. no se ha cumplido, pero ahí está, con todo su frescor, como una posibilidad para Occidente. Los Fragmente (Fragmentos), cuya primera parte apareció en la rev. «Athenaeum», en 1798, bajo el título Blütenstaub (Polen de flores), recogen diversidad de escritos en que N. condensa en forma aforística sus pensamientos sobre los más variados temas. Son como el breviario de su filosofía romántica, una filosofía dirigida sobre todo a la interioridad. Es inconfundible la vena panteísta: «La formación del espíritu es conformación con el espíritu universal». «Cada individuo humano es centro de un sistema de emanaciones».La tarea del hombre es llegar a la propia perfección, que consiste en ser universo. Hasta alcanzar esa meta, la tónica de la existencia es la añoranza, fuente de la poesía.

La poesía es lo real absoluto, y disuelve al ser extraño en el propio ser. «Cuanto más poético, más verdadero». Verdad es la fusión de sujeto y objeto, de sentimiento y mundo. Por eso todo poema es expresión de lo eterno. Hay que romantizar al mundo, dice N., para que recobre su verdadero sentido; y romantizar no es otra cosa que dar un alto sentido a lo común, un aspecto misterioso a lo diario; a lo conocido, la dignidad de lo desconocido; a lo finito, un fondo de infinitud. Elemento importante del romanticismo de N. son los conceptos de «fluidez» y «derretimiento», procesos en que se muestra el alma del mundo; en el individuo humano causan el anhelo de desintegración. «Todas nuestras sensaciones agradables no son en último término sino deliquios, movimientos de las aguas eternas en nosotros» , las aguas que fueron nuestra primera cuna. La añoranza del origen implica el anhelo de la muerte, de una muerte mística.

El camino para esa muerte es la experiencia del amor. y la unión de amor sólo es posible en la muerte de amor. El legado literario de N. lo completan dos novelas inconclusas: Die Lehrlinge zu Sais (Los aprendices de Sais), 1798, y Heinrich van Ofterdingen (1799-1801). Bajo dos temas diversos, idéntico estilo e intención, un mundo de ensueño y el anhelo de amor. La novela es para N. la forma adecuada de expresión del mundo mágico y mitológico; todo tiene que ser aquí admirable y misterioso, todo lleno de vida, y la Naturaleza debe estar en armonía con el mundo de los espíritus. El fragmentarismo es esencial a toda composición romántica, pues simboliza lo infinito, irreductible a los límites de la obra acabada. Los aprendices de Sais es la historia de un hombre que, llevado de un ardiente anhelo, levanta el velo de Isis en el templo de Sais, encontrándose a sí mismo al descubrir en sí el amor.

En Heinrich von Ofterdingen describe N. una serie de episodios de la juventud de este trovador legendario. El mundo en que se mueven los personajes es de ensueño; el héroe es igualmente un soñador; el objeto de su contemplación no es el mundo de las cosas reales, sino el de su fantasía; la Naturaleza se le manifiesta igualmente en sueños, y el amor se le hace realidad al conocer a la hija de Klingsor, Matilde, que es para él personificación de la poesía. Al lado de ella había de ser Heinrich soberano de un reino espiritual; pero Matilde muere, y Heinrich tiene que alcanzar su perfección allende la muerte. Sólo la primera parte de la novela quedó terminada. N. escribió además un Diario íntimo a raíz de la muerte de Sofía.

BIBL. : Werke, Briefe, Dokumente, 4 vol. Heidelberg 1953-57; L. TIECK, Biographie Hardenbergs, en Schriften des Novalis, I, 1802; W. DILTHEY, Das Earlebnis und die Dichtung, 1906; R. STEINER, Novalis als Verkünder des spirituell zu erfassenden Christentums, 1930; H. RITTER, Novalis Hymnen an die Nacht, ihre Deutung nach lnhalt und Aufbau, Heidelberg 1930; A. REBLE, Marchen und Wirklichkeit bei Novalis, en (Deutsche Viertel- jahrschrift» 19 (1941); R. SCHNEIDER, Der Dichter vor der Ges- chichte: Holderlin-Novalis, 1946; K. BARTH, Novalis, en Die protes- tantische Theologie im 19. Jahrhunder, 1947; K. GOLDAMMER, Novalis und die Welt des Ostens, 1948; W. REHM, Orpheus. Der Dichter und die Toten, 1950; F. HIEBEL, Novalis, der Dichter der blauen Blume, 1951; T. HAERING, Novalis als Philosoph, Stuttgart 1954; R. MEYER, Novalis, das Christuserlebnis und die neue Geistesoffenbarung, 1954; P. KÜPPER, Die Zeit als Erlebnis des Novalis, 1959; H. W. KUHN, Der Apokalyptiker-und die Politik {Studien zur Staatsphilosophie des Novalis), 1960; W. VORDTRIEDE, Novalis und die franzosisch Symbolisten, 1963. Traducciones al español: Diario íntimo, Himnos a la noche, Canciones espirituales, Cartas, Valencia 1944.